Entre los diferentes trastornos de la fluidez verbal, la tartamudez es un especial trastorno del ritmo del habla
caracterizado por disfluencias consistentes en repeticiones y prolongaciones de sonidos verbales y dificultad para iniciar la
frase, pese a que el sujeto sepa lo que va a decir. La disfluencia resulta imposible de eludir y el sujeto reacciona con conductas de esfuerzo y tensión para hablar, añadiéndose también comportamientos de evitación y escape, logofobia y repercusión
negativa en el rendimiento escolar, social y más tarde laboral. La tartamudez o disfemia se inicia típicamente en la edad preescolar, alrededor de los 3 años de edad, sin que exista en la mayor parte de los casos un motivo desencadenante. En general,
hay un componente familiar de predisposición a la tartamudez. El trastorno no es la consecuencia de un problema psicopatológico, sino que más bien tiene consecuencias psicológicas negativas al cronificarse y complicarse con la evolución. A diferencia de la normal falta de fluidez de todo niño preescolar, la tartamudez se da en el 5% de estos niños, que pueden identificarse a tiempo para facilitar la fluidez de su habla y prevenir las consecuencias de su persistencia o cronificación. Aunque es
un trastorno independiente, se halla una frecuencia de comorbilidad con otros trastornos (retraso del lenguaje, retraso del
habla y ansiedad) más alta de lo normal.
El tratamiento de elección para la disfemia es logoterapia con
elementos de psicoterapia. Se utilizan varios procedimientos:
– Enseñanza de la mecánica del habla.
– Observación de la conducta al hablar.
– Técnicas de fluidez.
– Técnicas de relajación muscular y control vocal.
– Técnicas de corrección de la tartamudez.
– Entrenamiento en habilidades sociales.
– Psicoterapia de modificación cognitivoconductual y de actitudes, y de reducción de la ansiedad relacionada con el
habla y de las reacciones de defensa.
– Modificación del entorno del paciente para eliminar los condicionantes que agravan o mantienen la tartamudez.
La tartamudez se da con bastante mayor frecuencia en el síndrome de Down. Hay un mayor riesgo de tartamudez en niños normales que han sufrido anoxia al nacer, y también en presencia
de anomalías auditivas.
En una muestra de 550 pacientes disfémicos [23] hallamos
una presencia significativa de comorbilidad de otras entidades
clínicas en la disfemia: trastorno del habla (13%) y del lenguaje
(14%) y trastornos por ansiedad (16%).
No hallamos comorbilidad estadísticamente significativa de
retraso mental (aparte de síndrome de Down), retraso psicomotor, trastorno de conducta, trastorno de personalidad, trastorno
obsesivo-compulsivo, trastorno por tics, trastorno por déficit de
atención, epilepsia o trastorno afectivo
En principio, la disfemia constituye un trastorno per se,
diferenciable de los otros trastornos. En estos casos de comorbilidad, es necesario analizar la relación que pueda haber entre la
disfluencia y la clínica del otro trastorno ya que, al parecer, el
tratamiento conjunto de ambos problemas ofrece mejores posibilidades terapéuticas.